Hay un momento en la noche, en el que el silencio me oprime, en el que la oscuridad vá ganando terreno y los pensamientos empiezan a adormecerse.
Mientras escucho los sonidos comunes del mundo que me rodea, mi cuerpo se despereza, y pienso en esta larga sucesión de momentos, de tiempo. Tiempo que medimos en segudos, en años. ¿Qué hace distinto este día del de ayer y, en fin, qué hace distinto este tiempo que vivo aquí del que tú vives allá donde ahora te encuentras? Hace ya mucho llegó a mis manos el cd de una compositora canadiense que se llamar Wendy Bucklew, en este preciso momento escucho una canción de ella que se llama My hearth myght, cuenta la canción de alguien que está reflexionando en lo que sucedió con su vida reciente, en lo que hizo por alguien que ya no está, y el estribillo de la canción siempre es el mismo: my hearth mygth…sí, nuestro corazón DEBE, PUEDE, ESTÁ OBLIGADO, siempre a algo.¿A qué? a responder un mensaje de correo, por ejemplo. ¿A dónde nos llevarán nuestras palabras Lo? ¿a que un día sean borradas y olivadas?. Quizá. Como todo. Y entonces pienso en lo inútil que puede ser la memoria. Constuir algo importante, hermoso, para que en el momento de mayor valentía de un ser humano, el momento de su muerte, no nos justifique, no nos ayude a bien morir.
Cuando nada tiene razón de entenderse ante la muerte, la memoria ni la historia ni el mejor chiste creo que sirvan. No sé por qué te escribo estas cosas…se me han "salido" del alma sin querer. A veces parece que las manos actúan por cuenta propia. Pero sí Lo: My hearth myght…
Gracias Roberto
Paseando he llegado hasta aqui…Seguiré leyéndote, seguro.Gracias por compartir palabras.Un saludoLibra.
¡Vaya con dios!Cuando alguien se encuentra como tú,alguien como yo tan sólopuede aconsejarle que ría a carcajadas.Así reía la chica de la canción…(ell ris aux eclats)